miércoles, 20 de marzo de 2013

Historia de un sueño

- ¨Cuídame mucho, ¿vale?¨- Siempre le gustaba decir esa frase antes de empezar, aunque en el fondo sabía que lo estaba haciendo, y que no iba a distraerse, que estaría pendiente de ella. Llámalo manías, rituales, maneras de reafirmarse y de dar tranquilidad a otras áreas del cerebro para poder focalizar la energía en todo lo demás, en el movimiento, la coordinación.... Antes de empezar se miró la cintura, como última comprobación de que todo estaba bien, de que no había cometido algún error tonto, como había leído en alguna autobiografía de algún famoso. Un par de palmaditas para sacudirse los excesos (ritual número quinientos veinticinco) y ¡alehop! 


Pasados unos pocos metros, el Sol empezó a acariciar su piel morena, mientras recordaba cómo, no hacía demasiado tiempo, alguno le había llamado ¨fluorescente¨, y no precisamente por tener un color dorado... Sonrió al recordar el episodio, y más aún al recordar la promesa que se había hecho de que, cuando volviera, no volvería a ser candidata a patrocinar folios. La verdad es que lo estaba cumpliendo a rajatabla. Aún recordaba el colorete diario que tenía que darse cuando estaba en el otro sitio... ¡Y las continuas ojeras, y las noches dando vueltas, y, y...! Volvió a concentrarse en lo que estaba haciendo,  y decidió quitarse la camiseta, porque recordaba que venía una sección durilla, y con el Sol a la espalda, le iban a entrar los calores. Oyó los típicos silbidos del grupo, que le hicieron sonreír de nuevo. Pero había que concentrarse, ya no valía la distracción. ¨¿Va enchufando?¨, escuchó. ¨¡Guapaaaaaaaaaaa! ¡Luego te doy un par de besazos!¨-gritó ella, reconociendo la voz -¨Tú a lo tuyo!¨, le dijeron desde abajo. Le encantaba ése ambiente, los días largos, con Sol, el que llegase gente a ráfagas, bajar, saludar, marujear, luego subir, comentar, las cenas, las cañas... y sobre todo compartir. Se acordó de la comilona tan rica del día anterior en casa de sus padres, y volvió a sonreír, pues recordó cuando venían a verla con la maleta llena de cosas ricas, que no había bajo el mar... 


Aún recordaba con algo de tristeza algunos momentos de su periplo, algunos episodios dolorosos, aunque en esos momentos tenía claro que todo había merecido, en cierto modo, la pena. La verdad es que nunca hubiera imaginado que aquello que tanto había querido de más joven, que era vivir en el extranjero, se hubiera convertido en la pequeña cárcel que a veces sentía. Un período de tiempo, una pequeña condena que tenía que cumplir a cambio de la libertad. A veces no podía creerse que lo hubiera conseguido, como hacer ese proyecto tan duro que llevas tanto tiempo intentando.... Recordó la frase de uno de sus profesores: ´Si lo intentas, entonces no lo harás´. Y con esas palabras en mente fue con las que decidió atacar la sección dura: ¨¡Voy!¨ Otro ritual, comunicación con el compañero... ya sólo sentía los movimientos, el tacto de la roca, el Sol en la espalda. Le encantaba esa sensación... ¿Cómo podía haber estado tanto tiempo alejada de ella?  Pensó en los días con viento, que por alguna razón le conectaban con una parte muy oscura, muy negativa, algo que no había llegado a descubrir por qué. ¡Qué gran sensación, qué movimientos más chulos! Y llegó a la cadena, con el corazón latiendo deprisa por el esfuerzo y la emoción. ¨¡Qué guayyy, salió!!¨- exclamó, sintiendo esa alegría por dentro,  esa euforia que muchos reconocerán... y se colgó un rato antes de desmontar, disfrutando de las vistas, pensando en lo que había costado llegar hasta arriba, en todos los sentidos. Los sacrificios, las horas en skype, frente al ordenador, las horas en el plástico, las decepciones, los llantos, la gente que le había apoyado, la gente que se había quedado por el camino, lo bueno, lo malo, el conjunto... 



Y por la noche él la abrazó fuerte y se acurrucó a su lado. ¡Cómo le gustaba esa sensación! Y ella se acordó de las veces que estrujaba la almohada por las noches, bajo el nivel del mar, y lo bien que se estaba así... y cayó en un profundo sueño, reparador, pensando en que al día siguiente, él le prepararía café mientras ella revoloteaba un poquito más en la cama...